Rosal? De Castro
En las orillas del Sar - ( fragmentos )
Yo no s?lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no s?lo que busco, pero es algo
que perd?no se cu?do y que no encuentro,
aun cuando sue? que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.
d?de duermen las glorias queridas
de este pueblo sufrido, que espera
silencioso en su lecho de espinas
que suene su hora
y que llegue aquel d?
en que venza, con mano segura,
del mal que le oprime
la fuerza homicida.
-?Cementerio de vivos!... - murmuraba
yo, al cruzar por la plazas silenciosas
que otros d?s de gloria nos recuerdan-;
?es verdad que hubo aqu?nombres famosos,
guerreros indomables, grandes almas?
?D?de hoy tu raza varonil alienta?
...
?Ciudad extra?, hermosa y fea a un tiempo,
a un tiempo apetecida y detestada,
cual ser que nos atrae y nos desde?!:
algo hay en ti que apaga el entusiasmo,
y del mundo fel? de los ensue?s
a la aridez de la verdad nos lleva.
?De la verdad!...?Del asesino honrado
que impasible nos mata y nos entierra!
? Volved !
Bien sabe Dios que siempre me arrancan tristes
[ l?rimas
aquellos que nos dejan;
pero a? m? me lastiman y me llenan de luto
los que a volver se niegan.
?Partid, y Dios os gu?! ..., pobres desheredados
para quienes no hay sitio en la hostigada patria;
partid llenos de aliento en pos de otro horizonte,
pero...volved m? tarde al viejo hogar que os llama.
Jam? del extranjero el pobre cuerpo inerte,
como en la propia tierra, en la ajena descansa.
Si al fest? de los dioses llegas tarde,
ya del n?tar celeste
que rebos?en las ?foras divinas,
s?o, alma triste, encontrar? las heces.
"Los muertos van de prisa",
el poeta lo ha dicho;
van tan de prisa, que sus s?bras p?idas
se pierden del olvido en los abismos
con mayor rapidez que la centella
se pierde en los espacios infinitos.
Detente un punto, pensamiento inquieto:
la victoria te espera,
el amor y la gloria te sonr?n.
?Nada de esto te halaga ni encadena?
-Dejadme solo, y olvidado, y libre:
quiero errante vagar en las tinieblas;
mi ilusi? m? querida
s?o all?dulce y sin rubor me besa.
Vosotros, que lograsteis vuestros sue?s,
?qu?entend?s de sus ansias malogradas?
Vosotros, que gozasteis y sufristeis,
?qu?comprend?s de sus eternas l?rimas?
Y vosotros, en fin, cuyos recuerdos
son como la niebla que disipa el alba,
?qu?sab?s del que lleva de los suyos
la eterna pesadumbre sobre el alma!
Bajo el hacha implacable, ?cu? presto
en tierra cayeron
encinas y robles!
Y a los rayos del alba risue?,
?qu?calva aparece
la cima del monte!
Torna, roble, ?bol patrio, a dar sombra
cari?sa a la escueta monta?
donde un tiempo la gaita guerrera
alent?de los nuestros las almas